12 de octubre de 2014
La limpieza de los filtros de aire acondicionado es una de las tareas más esenciales para el mantenimiento de los equipos. Y al mismo tiempo, es una de las más sencillas, por lo que no tienes excusa.
Al igual que con otros electrodomésticos importantes del hogar, como la caldera, es conveniente que el sistema de aire acondicionado reciba una revisión anual por parte de un instalador, con el fin de comprobar que elementos clave como el compresor, los conductos, el líquido refrigerante y el ventilador de la unidad exterior se encuentran en perfecto estado.
Pero como usuarios, es nuestra obligación mantener limpio el aparato, tanto en las salidas de aire como sobre todo en los filtros. De ello dependerá la calidad del aire que respiramos en la estancia, la ausencia de malos olores y la propia eficiencia de los dispositivos.
La limpieza de los filtros tiene dos momentos clave, antes de comenzar la temporada de calor y cuando vamos a dejar de utilizarlo. Durante el período de uso, conviene limpiarlos al menos cada tres meses para extraer el polvo y otros elementos extraños que pueden haberse introducido en el aparato.
La realización de este trabajo no tiene dificultad. Por lo general, en la mayoría de los hogares hay instalados equipos split. Los filtros se encuentran en la parte frontal.
Antes de manipular la máquina, hemos de asegurarnos de que está apagada. Además de tener el interruptor en posición de apagado, es recomendable desconectarlo de la red.
A continuación, abriremos el frontal para sacar los filtros. El frontal suele ir sujeto por un sistema de pestañas o bisagras en los laterales.
Si no estamos muy seguros de cómo retirarlo, siempre es bueno recurrir al manual de instrucciones del fabricante. En el manual de Kosner está descrito de forma gráfica.
Una vez levantada la tapa (cuidado con tocar las lamas, son muy sensibles), procederemos a extraer los filtros. Habitualmente están encajados en unos raíles. Si flexionamos ligeramente las piezas por uno de los extremos, se retiran con facilidad.
A la hora de limpiarlos, podemos optar por dos maneras. O bien con un aspirador para que absorba todo el polvo y la suciedad acumulados, o bien con agua tibia y un poco de jabón neutro.
En cualquiera de ellos, debemos actuar con mucho mimo para no rasgarlos o deteriorar algunas de sus propiedades (por ejemplo, los tratamientos antibacterias).
Si los hemos mojado, hemos de secarlos completamente antes de colocarlos de nuevo, mejor a temperatura ambiente y en una zona de sombra. Para acelerar el secado, podemos utilizar un paño limpio.
En el caso de que el filtro esté muy estropeado y sea necesario cambiarlo, ponte en contacto con tu instalador.
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